Una de las señales más extraordinarias
que Dios nos enseña por medio de su palabra son las señales a través de
aquellas dos lumbreras mencionadas en Génesis 1:14-16. Como parte inicial de la
creación Dios las puso con toda precisión en relación a la Tierra para
sostener la vida de sus moradores, y claramente como testimonio vivo y
evidente de su omnipotente grandeza. Por eso su palabra dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos." (Salmos 19:1) "Y los cielos declararan su justicia, porque Dios es el juez." (Salmos 50:6)
No es coincidencia que tal como
hubo una estrella luminosa que les ayudo a guiar a los magos del Oriente para
encontrar al bebe rey que había nacido en Belén de Judá al ocurrir la primera
venida de Cristo a la tierra; similarmente, en estos tiempos finales, Dios
también ha reservado ciertas señales en los cielos para anunciar el rapto de la
novia de Cristo y su pronto regreso para establecer su reino de mil años sobre la Tierra. Este va ser el periodo final de la humanidad y la única vez en que el mundo entero experimentará verdadera paz. Y esto será posible solo y exclusivamente porque Cristo mismo reinará sobre la humanidad aquí
en la tierra. No obstante, antes de que esto ocurra el mundo experimentará los juicios más severos que Dios ha reservado para este preciso momento.
Entonces aquellas señales celestiales, además de anunciar la primera (y muy pronto
la segunda) venida de Cristo, también han coincidido con ciertas fiestas
judías y acontecimientos importantes de la historia del pueblo escogido de
Dios los cuales eventualmente siempre han afectado al mundo entero. Por
ejemplo, si retrocedes casi dos mil años atrás, concretamente entre
los años 32 y 33 después de Cristo, encontraremos que (según las
investigaciones astronómicas y cálculos matemáticos de la NASA) hubieron cuatro lunas rojas
seguidas (lo cual es conocido como una "tretada"). Es decir, dos
en un año y dos el próximo año, y un eclipse lunar entre aquellos dos años. Concretamente la primera
parte de la tretada tomo lugar en el año 32 durante la pascua judía, y de
nuevo sucedió en el siguiente mes durante la fiesta de los tabernáculos. Según la historia bíblica, la crucifixión de Jesús tomo lugar justamente antes de
aquella pascua. Por lo tanto no es coincidencia que la Biblia relata que
el sol se oscureció (Lucas 23:44-45), y los estudios de la NASA afirman este
hecho; puesto que se calcula que ocurrió un eclipse antes de que ocurrieran las
próximas dos lunas rojas, precisamente durante la pascua y después en
tabernáculos.